HAYA EN MIS RECUERDOS
HOLA GENTE EN ESTA OCASIÓN QUIERO COMPARTIRLES UNA ENTRADA ESPECIAL, A CONTINUACIÓN DEJO CON USTEDES UN ESCRITO QUE HA LLEGADO A MI DESDE ALGÚN LUGAR DE UN GRAN PAÍS...
SON LAS SENTIDAS PALABRAS DE UN PERSONAJE DE LA HISTORIA PERUANA, Y HACEN REFERENCIA A SU MAESTRO.
SIN MÁS ANTE SALA LES DEJO EL ESCRITO PARA QUE PUEDAN LEER, DISFRUTARLO Y OPINAR SI ASÍ LO DESEAN.
La Colocha
SON LAS SENTIDAS PALABRAS DE UN PERSONAJE DE LA HISTORIA PERUANA, Y HACEN REFERENCIA A SU MAESTRO.
SIN MÁS ANTE SALA LES DEJO EL ESCRITO PARA QUE PUEDAN LEER, DISFRUTARLO Y OPINAR SI ASÍ LO DESEAN.
La Colocha
HAYA EN MIS RECUERDOS
EL HAYA QUE CONOCÍ
En la sobremesa, entre los parientes, con los compañeros que iban de visita, en la intimidad del hogar, siempre estuvo presente la figura mítica de Víctor Raúl.
Como muchas familias peruanas de esa época la mía también era aprista, y traía como herencia política los valores y la mística que se expresaban en “aprista ten orgullo de tu gran partido” forjado en los años de clandestinidad, persecución y cárcel en la lucha contra la oligarquía y el imperialismo.
Mi padre Víctor Polay Risco, fue uno de los fundadores del Partido Aprista Peruano – PAP-, y desde ese momento había trabajado incansablemente por sus ideales que le costaron más de una década en diversas prisiones. Mi madre Otilia Campos que provenía de una familia cusqueña, con el ejemplo de su padre Alfredo que había sido uno de los primeros apristas del Cusco, guardaban una especial y profunda devoción por el Jefe.
Por eso era natural que en mi familia casi todo giraba en torno a las actividades del Partido del Pueblo. Los días de la Fraternidad eran para nosotros una verdadera fiesta y un buen motivo para que los familiares nos encontráramos marchando por la Avenida Alfonso Ugarte. Para los niños era un regalo el desfile, la banda de la CHAP, la fanfarria y a media noche los fuegos artificiales.
Quizás fue durante las elecciones del 62 y 63 (que tengo grabadas en la retina con imágenes inolvidables) que fui más consciente de la dimensión nacional de la figura de Haya. Después de los mítines de cierre de campaña desfilamos por las calles de Lima coreando consignas como ¡Haya o no Haya, Haya será! O ¡Este es el APRA que les parece!
Cuando Víctor Raúl regresó después del golpe de Velasco estuve entre los que fuimos a recibirlo al aeropuerto. En ese momento yo era miembro de la Dirección Nacional del Comando Universitario Aprista CUA, bajo el liderazgo de Hugo Valverde y con Alfonso Ramos Alva como responsable de Juventudes. En la Universidad del Callao, a la edad de 16 años fui elegido Secretario General del Centro Federado de Ingeniería Mecánica Eléctrica Industrial y Naval, por el Frente Alianza Revolucionaria Estudiantil.
Los del CUA escoltamos un breve recorrido el auto del Jefe del Partido, y yo tuve la audacia de acercarme a su ventana para saludarlo. Recuerdo que el Viejo estaba exultante y nos señalaba a los jóvenes a los que lo acompañaban en el carro como diciéndoles que no estaba equivocado.
Después de un coloquio, donde tuve una intervención, Jorge Idiáquez “El Chayo” se me acercó para decirme que Haya quería conocerme, grande fue su sorpresa cuando se enteró quien era mi padre, el mismo me llevó a la jefatura y me presentó al viejo de manera elogiosa.
Víctor Raúl estaba encantado y parte de la conversación fue sobre mi familia. Siempre creyó que me llamaba Víctor Raúl como él a pesar que soy Víctor Alfredo, pero nunca me animé a aclararle.
A mi regreso, después de participar en un curso en la CEDAL (Centro de Estudios Democráticos de América Latina) en Costa Rica, en abril de 1969, donde viaje representando al Partido junto a José Carrasco Távara y Julia Barreda, el Viejo me convocó al Buro de Conjunciones.
Allí comenzó una relación cotidiana, estrecha y muy fructífera con Víctor Raúl, Él era un gran conversador, era el último en retirarse del local partidario a eso de la 1 ó 2 a.m., tenia hábitos lechuceros porque decía que no deseaba que lo volvieran a detener durmiendo como había ocurrido durante la sangrienta dictadura de Sánchez Cerro.
Este impulso conversador creo que era en realidad un afán pedagógico por tratar de transmitirnos a los jóvenes su experiencia y conocimiento. Él era un libro vivo de la historia política social del siglo 20. Tuvo el privilegio de beber directamente de los hechos de la humanidad más importantes.
Por él conocimos de cerca la Reforma Universitaria de Córdova, su papel en la presidencia de San Marcos y la FEP, la lucha por la jornada de las 8 horas, las movilizaciones contra la consagración del Corazón de Jesús que le valió la prisión en el Frontón y su huelga de hambre, (la primera en el Perú) que obligó a la dictadura de Leguía a deportarlo.
Muy importante para su formación fue su estadía en México, donde recogió el legado de la Revolución de Zapata y Pancho Villa, que reafirmaron su anti-clericalismo y la necesidad de una revolución profundamente nacionalista y de vocación continental. Así mismo su intento de incorporarse a la lucha guerrillera del General de hombres libres Augusto C. Sandino en Nicaragua contra los invasores yanquis.
También guardaba una especial consideración por su estadía de varios meses en la Rusia Soviética representado a la Federación Textil del Perú.
Fue t4estigo del nacimiento del Nazismo en Alemania, la lucha de los trabajadores y la importancia de su intelectualidad en Francia, sus estudios en la afamada Escuela de Economía de Londres y sus vínculos con la izquierda laborista y los fabianos.
Su participación en el Congreso anti-imperialista de Bruselas, donde tuvo la oportunidad de conocer y dialogar con los principales dirigentes revolucionarios de ese momento.
Luego el regreso al Perú y las vicisitudes que pasó es el largo conflicto interno que atravesó nuestro Patria de 1930 a 1956, con su cuota de heroísmo, dolor y sangre que debió pagar el pueblo aprista por sus aspiraciones democráticas y revolucionarias.
Una experiencia hermosa era acompañarlo a su tierra natal Trujillo, caminando con él en las calles se palpaba la simpatía, el cariño y la adhesión que tenía de su pueblo. Era también impresionante ver a los niños que lo esperaban varios kilómetros antes de llegar a la hacienda azucarera de Laredo y que fueran acompañándolo como si lo protegieran.
A pesar de su gran formación intelectual y su enorme experiencia nunca perdió la curiosidad por estar al día de las publicaciones o estudios sobre la realidad social, así como de la literatura, Recuerdo conversaciones animadas de Cien Años de Soledad del “Gabo” o Conversación en la Catedral de Vargas llosa, de este último el Viejo nos comentó que era una excelente novela pero que el autor no conocía cómo se realizaban las conspiraciones.
Cuando en 1972 salí de la prisión de Lurigancho, después de varios meses de carcelería por realizar acciones contra la dictadura militar y antes de viajar a Europa conversé con Víctor Raúl sin saber que sería la última vez que estaríamos juntos: en un mismo proyecto.